AVISO IMPORTANTE: No me gusta NADA lo que he escrito, pero supongo que es lo único que se me ha ocurrido, lo siento, no me ha venido la inspiración y me he decepcionado a mí misma con esto. Diría que lo único decente es el final. Recuerda que el Romanticismo no se basa en que todo es perfecto. El Romanticismo explora caminos desconocidos de nuestro interior, nuestros deseos más escondidos, nuestros miedos y nuestros impulsos más primarios.
Elsa se fijaba en todo el mundo. Era muy observadora, le encantaba, no podía evitarlo. Era una chica independiente, risueña, le encantaba soñar.
En cuanto al amor, había tenido varias relaciones con chicos, pero por alguna razón que desconocía, no le llenaban, le hacían feliz, pero nada más. Se empezó a preguntar sobre los deseos primarios.
Económicamente estaba bien, pero le faltaba ser feliz plenamente y progresar. Progresar en algo de su vida, aunque no sabía el qué. Solo sabía que quería superar sus propios límites, conocerse a ella misma, ser como los animales salvajes, ellos mismos y libres, sin condiciones.
Estos últimos meses ha estado mal, muy mal, se encontraba sola (porque por muy rodeada que estés de gente, te puedes sentir sola), le faltaba algo, esa chispa de luz que sale en la inmensa oscuridad, la que te salva de algo en el que estás atrapado.
Se fue, pero aún no ha fallecido, así que tranquilo. Se fue de viaje muy lejos de su casa, tal vez a Francia, Italia, Inglaterra o España, eso lo dejo abierto a tu gusto. Y sí, tenía miedo, mucho miedo de lo que le pudiera pasar.
Cuando llegó a su destino, le dio un ataque de ansiedad. Estaba sola, en un lugar desconocido, era de noche y no sabía si iba a encajar bien.
Al cabo de los meses hizo amigos y amigas, especialmente se juntaba con Óscar y Belén, sus dos mejores amigos. Pasaba mucho tiempo con Belén, compartían gustos, tenían las mismas aficiones y era muy guapa. ¿Le empezaba a gustar su amiga? ¿Era homosexual? ¿Le importaba serlo? ¿O tenía miedo?
No lo sabía, por ahora solo lo sospechaba. Pero pasaba el tiempo y de cada vez se iba enamorando más, no podía estar sin ellas, eran como imanes, se necesitaban la una a la otra, era un amor apasionante, desesperado, se querían a pesar de todo, de todos, se prometieron muchas cosas, se iban a querer en la salud y en la enfermedad, hasta que la muerte las separe. O eso creían.
A sus 77 años (que vivieron muchísimas experiencias juntas), Belén tuvo una enfermedad aún desconocida. Primero se le olvidaron detalles, luego el nombre de su chica (Elsa) y luego quiénes eran los demás, incluso a ella misma se le olvidó quién era. Se le olvidaba comer, incluso cómo tragar. Cayó en el olvido.
Belén falleció porque se le paró el corazón.
Entonces, Elsa (que al saberlo y convivir con ello también tuvo esas sensación), cayó en una espiral (también causada desde hace años) de la que no podía escapar.
Ahora solo queda el alma de Belén en alguna parte del mundo, las risas compartidas, los llantos, la adrenalina… Pero ahora solo queda Elsa y su memoria, sus lágrimas recorriendo su rostro, su cuerpo tembloroso al recordarla, porque ahora solo quedan recuerdos, nada más. Elsa acabó suicidándose en el mar, tintándolo de sangre. ¿Qué iba a hacer sino sin el amor de su vida? ¿Sin sus ganas de vivir? Porque ella era la razón de su existencia, la razón del porqué seguía aquí, la razón por la cual ella era como era. Porque dijeron hasta que la muerte las separe, pero es que hasta la diferencia entre estar viva y muerta no bastaba para apagar esa llama de luz, esa chispa, que tenían.
Es increíble cómo algo, alguien, te puede hacer tanto efecto, cómo el amor te va invadiendo tu cuerpo y tu alma, tu mente, porque por amor se llegan a hacer cosas impensables. El amor se apodera de nosotros y nos pone bajo su control. Y no existe una atracción, un enigma, más fuerte, poderoso y misterioso que el amor. Porque el amor es todo lo que odiarás cuando se acabe.
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